¿Qué es el tiempo real? Moda y reflexión en la danza
Ana Carvajal
Es curioso como en la escena nacional de repente irrumpen especies de modas, que se imponen olvidando el pasado que les da origen y que, por tanto, terminan utilizando fundamentos de otros para validar sus discursos.
Actualmente existen dos festivales que han acuñado en sus nombres el concepto TIEMPO REAL, pero sin que el concepto en sí, tal como fue concebido, tenga real cabida.
Me refiero al “Ciclo de Creación en tiempo Real” del CNCA y al “Festival CompActo Composición en tiempo Real”. Se trata de dos iniciativas sin duda loables, interesantes y que han permitido la investigación por parte de muchos de los interesados en la convocatoria, entre ellos yo, que participaré en el primero con El Salón, obra creada junto a Bárbara Pinto. Pero, sin quitar el mérito de estas instancias, creo que vale la pena preguntarse por qué utilizaron el “tiempo real” como nombre, y más importante, qué hay detrás de ese concepto en estos festivales y cuán emparentado está con el concepto original.
Hace tres años, vino João Fiadeiro a Chile, quién es el creador del método “Composición en Tiempo Real”. Es un método muy complejo –lo pude comprobar porque fui parte del taller que impartió en la Universidad de Chile este importante coreógrafo portugués– pues proviene de un estudio acucioso sobre el cuerpo en escena, el que intenta generar un cuerpo libre y responsable, inhibiendo el actuar por impulso. Fiadeiro propone cuestionar la improvisación como sinónimo de algo instantáneo y espontáneo. Discute que a través de esas vías se llegue a la libertad y autenticidad, y más bien propone que lo que nos hace libres es la capacidad de elegir y tomar decisiones en escena, por sobre la necesidad de “dejarnos llevar”.
Entonces este método se construye a través de reglas que permiten ser guías para entrenar la capacidad de ser más objetivos en la creación, generando hipótesis que no sólo se resolverán a través de nuestra acción, sino, más bien, en la espera, para así saber si la situación necesita del intérprete o necesita de otra ayuda. Todas estas reglas distan bastante de la improvisación que conocimos en nuestras escuelas e incluso dista mucho de la sesentera improvisación de contacto, que tanto revolucionó a la danza.
¿Esos dos festivales están tomando en cuenta este pensamiento elaborado de João Fiadeiro? Si bien creo que el concepto “suena” a propósito de su visita, me temo que no está presente en sus fundamentos. La convocatoria del Consejo de la Cultura buscaba: “instaurar una instancia que acoja propuestas creativas a partir de los principios en los que se basa la creación instantánea, en términos generales, traducción de impresiones en movimiento o acciones en un espacio dado a partir de consignas propuestas por el creador a sus intérpretes o por el intérprete creador, según sean los modos que cada agrupación o creador considere”. Al mismo tiempo, CompActo Festival, convocó a “desarrollar en escena una obra que se crea frente al público en el instante mismo de su presentación, para este efecto tomaremos en cuenta el uso de la improvisación como herramienta fundamental de creación, composición y desarrollo de la propuesta escénica, así como el cuerpo como núcleo de la propuesta, sin excluir por esto a quienes trabajan con otras disciplinas artísticas”.
Las dos ideas están más cercanas a la improvisación, que a la composición, y aún más lejanas a la idea de composición en tiempo real desarrollada por Fiadeiro. ¿Es acaso el nombre el que hace más atractiva una propuesta? O es más interesante cuando nos hacemos cargo de la historia de la danza que se escribe todo el tiempo, con todas sus complejidades.
Todos los que asistimos al taller de Fiadeiro, no tengo dudas, hubiésemos querido tener continuidad en el tiempo para desarrollar lo que aprendimos en esa instancia, y de repente, en esa orfandad aparece el TIEMPO REAL como un concepto de moda y, de muchas maneras, mal utilizado o tergiversado. Por eso, el llamado es a abogar por una escena que vaya siendo cada vez más profesional y compleja, y para eso es fundamental tener memoria y respetar los referentes.
Creo que este desentendido expresa también una falta de reflexión preocupante sobre los conceptos que se arrojan al habla de la danza, sin que detrás haya más investigación.
Preguntándome acerca de lo “real”, recordé una lectura de “La dificultad de ver lo obvio” de Moshe Feldenkrais, donde hay otro acercamiento al concepto, el que me pareció muy acertado. Feldenkrais toma la definición del diccionario Oxford, donde “real” es lo que existe efectivamente como objeto o lo que ocurre de hecho, para luego preguntarse si la imaginación es un hecho o una realidad o sólo es un hecho imaginario de la existencia. Feldenkrais plantea que la realidad objetiva es sólo una parte de la realidad subjetiva, lo que se confirma con la estructura de nuestro sistema nervioso. Percibimos la realidad a través de nuestros sentidos, de esta manera existen neuronas que nos informan acerca del ambiente exterior, lo que, sin pensarlo mucho, identificamos con la realidad, pero existe una realidad inmensa y abrumadora fuera del entorno que sólo en nuestros mejores momentos podemos vislumbrar. Entonces ¿son acaso sólo “reales” las acciones o movimientos concretos que podemos establecer en una improvisación relacionándonos a los objetos y los otros?
Octubre de 2012
Texto para la revista O Danza, dirigida por Alejandra Walker y editada por Marietta Santi.
Texto para la revista O Danza, dirigida por Alejandra Walker y editada por Marietta Santi.