sábado, 30 de mayo de 2009

Más vale ser punky que maricón de playa

foto: sid & nancy (el hábito no hace al monje)

Hago cita a esta canción de Siniestro Total para referirme a la última obra de danza que fui a ver: La Carcelaria de la compañía Zanda, pues creo que tomaron al pie de la letra esto de que no hay lugares intermedios (por eso el título de este post) y la obra se desarrolla en una atmósfera forzadamente delirante o histérica (supuestamente punk), lo cual me hace pensar que lo que hay detrás es un feroz miedo a hablar desde la verdad (con esto de evitar de ser maricón de playa).

El ánimo de esta crítica se refiere a la oportunidad que debemos tener los artistas de poder plantear libre y justificadamente las dificultades para leer la propuesta de otros y no tener que callar sin generar diálogo, ni discusión. Espero argumentar bien a continuación haciendo la salvedad de que creo que las obras son puntos de partida y no de llegada, por lo que también quisiera felicitar que grupos jóvenes estén ocupando espacios para experimentar y avanzar en sus propuestas que dentro de todo están bien inspiradas.


Esta obra se basa en el libro "Ser niño guacho en Chile" del historiador Gabriel Salazar. Según La Nación Zanda "observó algunos patrones de conducta que caen en los códigos de la prepotencia, situación de estricta relación con la marginalidad que experimentan unos en relación a otros. 'Este hito histórico nos motiva a iniciar una búsqueda por comprender situaciones experimentadas por el hombre y la mujer chilenos, que den cuentan de la conformación de la identidad nacional, pues creemos que la danza contemporánea se ha alejado de una conexión con el país que habita', comentan".

Si bien es cierto que ellos se afirman en un texto y una lógica consistente, su premisa no parece nacer de ahí. Por ejemplo ¿la prepotencia y la marginalidad tienen un vínculo estricto? lo que nos lleva a preguntarnos ¿a mayor marginalidad, mayor prepotencia? De este modo la violencia se vuelve un precepto y un leimotiv infértil, pues no proviene de una "historia", ni de una "vivencia" ni una "verdad" que se explique en los códigos de la obra. Esto, porque
sin tener la necesidad de esperar causa y efecto en las relaciones que se establecían cuando se abordaba la violencia, se descuidaba el que no fuera gratuita, lo que llevaba a una violencia injustificada, que no respondía a la ficción, y, lo que es peor, no hacía mella en quién la recibía.

De este modo, el estruendo acallaba cualquier desarrollo posible, y finalmente el efectismo llevaba a saber que se pasó por una parte, pero sin saber por cuál.

Influenciado por una estética más mexicana y argentina que chilena (lo que está bien, pero que se desdice de lo que ellos mismos declaran), la compañía genera una ficción de una jaula-cárcel que crea una atmósfera cercana a una feria o un circo del siglo XlX. Sin embargo, a mi modo de ver, no llegan a interpretar a quienes quieren interpretar (acercar la danza al país en que se habita), pues este sujeto popular se les escapa al no llegar a mostrar su condición encarcelada ni marginal, aunque un poco sí en lo festivo, que sería el mérito de la obra.

Si no se llega a lo popular, es curioso proponer una renovación y una especie de "movimiento" a seguir, lo que resulta efectista. No hablo de los intérpretes necesariamente, si no de la propuesta que se llena de guiños, pero que se refiere a lo profundo de sentirse encarcelado y marginal.

Esto repercute en las escenas: los cuadros no tienen diferencias sustanciales, salvo porque son anunciados por un video, el que es tal vez lo mejor de la obra por su buena factura al disparar 1.000 imágenes por minuto, de una manera muy atractiva, sintonizando bien con los preceptos de la obra; aparece inconscientemente (espero) un discurso machista -que puede estar emparentedo con la idiosincracia de este país, pero no sólo con sus clases populares-, frente al cual no vi juicio, ni un remecimiento al plantearlo. Todo esto me lleva a pensar que al abordar la vida popular del siglo XlX , se realizó sin el debido respeto y cariño, cayendo en un discurso implícito e indeseado, pero finalmente clasista.


La propuesta tampoco es feísta, por que eso habría entregado un valor estilo "freaks" (de Tod Browning en la foto) al montaje. Por ejemplo, se habría acercado más si se hubiese preferido una gorda cabaretera "real" para la interpretación de la prostituta, pues considero que la bailarina no alcanzó ese registro...

También en todo momento veo la danza contemporánea tradicional: todos caen igual, todos sufren igual, todos expresan con sus rostros lo que el cuerpo no puede decir. Esto mezclado con relaciones que no se desarrollan hacia ningún lado, con canciones y estridencias que intentan ilustrar o guiar lo que acontece, sin lograrlo.

Además, me pregunto muchas otras cosas al ver esta obra, como: ¿por qué no instalaron la obra en un teatro circular si ésta está en una jaula-cárcel circular y no hay frente evidente? ¿por qué si están encerrados pueden salir cuando se les ocurre de este encierro? ¿por qué no son rigurosos con la ficción que proponen y hay un computador en escena? ¿por qué intentan a través del video hacer mas clara la "historia" y no son capaces de comunicarla a través de la danza?, ¿qué rol coumplían los hombres en escena (sin contar el músico) además de golpear mujeres? ¿por qué se insiste en la idea de arquetipos (pues, estos sin historia se reducen a esterotipos)?.

Sin embargo, hay que rescatar una escena en la que una de las intérpretes sale de la jaula e interpela al público en inglés, logrando un momento de tensión verdadera, a pesar de que persolalmente me molesta que maltraten al público, pues además es un recurso usado y fácil para tenernos atentos. Aquella bailarina es probablemente la que propone más diferencias en su interpretación y hay un despojo interesantne en su cuerpo.

Creo que ser punk o ácido o crítico merece ser mucho más acusioso y responsable, si no se termina siendo superficial.

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