domingo, 1 de febrero de 2009

Días de Danza





Me atrevo, a hacer mis primeras críticas públicas por escrito.

Más que nada porque en este festival que participé con la obra Medir la Distancia convocó a gente que conozco desde la escuela y creo que, al igual que yo, necesitan un comentario más elaborado para seguir investigando en sus creaciones.

Como me cuesta tanto después de ver una obra, hablar y expresar mi parecer, preferí esta manera, así también, yo aprendo a plasmar mi reflexión.

Espero ser clara y respestuosa con vuestras obras.



Seis Direcciones y un Centro


de Tamara González, con Paulina Vielma, Daniela Molina y Bárbara Pinto.


Existen seis direcciones básicas según la cruz dimensional: arriba, abajo, delante, atrás, a la derecha, y a la izquierda. Existen unas cuantas más al situar ésta en una esfera, pues aparecen las diagonales. Es interesante que Tamara nomine su obra con lo básico, pues al verla su título entra en cuestión, pues no se usan únicamente las seis direcciones.


Creo no haber visto ninguna obra de su autoría. Desde la escuela Tamara se perfilaba más como intérprete y profesora, sin mucho interés por la creación autoral. Esta pequeña obra tiene algo de eso, de no ambicionar un resultado, de plantear un sencillo juego de piezas y de trabajar con las bailarinas como piezas más. El trabajo de ellas se ve con mucha comunicación. Para mí, como espectadora, es difícil saber si se trata de un trabajo de improvisación, pues no se alcanzan a delimitar las pautas, sin embargo todo va ocurriendo sin pausas y es muy bello ver como llegan a ciertas estructuras, que yo supongo fijadas sin música y con mucha tranquilidad.


Me parece arriesgado, el tiempo aletargado de la obra, pues podría tender al aburrimiento, pero al defenderlo constantemente con construcciones se vuelve interesante, como también es arriesgado no trabajar la danza convencionalmente. La danza surge como parte de un movimiento dependiente de un traslado y en comunicación entre ellas, como si los cuerpos fueran parte de un engranaje imposible de separar.


Creo que tuvieron suerte al ser programadas al inicio de la función, pues no creo que sea una obra fácil de ver después de varias otras. Utilizan un lenguaje abstracto en la puesta en escena, sin embargo hay calidez en los objetos (tablas), en la idea constante de hogar, de cobijo, construcción y protección de las otras mujeres, sin manifestar emociones explícitas. Este es el punto quizás más bien trabajado: cómo finalmente la danza transmite ciertas ideas, sin recurrir a la expresión del rostro para lograrlo.




Desatar

de Carolina Bravo, con la Compañía de Danza Espiral




Una vez me encontré con Carola y me comentó de su montaje, dejando ver que se trataría de Patricio...

Al ir a verla, ésta comienza y yo sólo quiero ver reflejado aquel tema, por lo importante que es Patricio Bunster para todos los que estudiamos y compartimos con él. Sin embargo, la obra no es sobre él en sí, sino que aborda la identidad de este grupo, en relación a él.

Es valiente abrir la dirección a ideas personales distintas a las propias, para trabajarlas con un grupo diverso y plasmar una mixtura de pensamientos y emociones. Es especialmente valiente, además, porque esta es una obra donde los bailarines no fueron elegidos, ni ellos eligieron trabajar con Carola. Al crear siempre es difícil lidiar con diversas personalidades, y pienso que esta dificultad se observa en más de un pasaje de la obra, trasluciéndose las diferencias de compromiso y entendimiento por parte de los bailarines en relación a la propuesta de Carola.
Conozco más del trabajo de Carola Bravo, pues he visto obras de su autoría, como bailarina y coreógrafa, y sé que la composición le interesa y la aborda con seriedad. Creo que para esta obra le ayuda mucho ser parte del BANCH , pues no estoy segura de haber visto un trabajo de ella con tanta gente, lo que probablemente le ayudó a salir airosa.
En la primera parte me pareció que todo fluía y estaba bien compuesto, aunque no podía dejar de preguntarme por el por qué del uso de esa música de raíz folclórica. En la segunda, me pareció atinada la utilización del espacio de fuera del escenario, abrir el portón y agrandar el espacio convencional.
En relación al vestuario, me parecieron antojadizos tantos cambios de vestuario, sólo sentí la necesidad de ésto, cuando los hombres gritan e insultan a las niñas, desde la liviandad de sus vidas y ropas, pues ellas se veían pesadas y tristes.

Creo que los textos estaban bien utilizados, aunque los gritos de la mujer de rojo me parecieron desfazados, descontextualizados y excesivamente autoflagelantes, sin alcanzar a producir la extrañeza de los otros.
Me interesó que se criticaran a ellos mismos durante la obra, ahora, me pregunto si de verdad hay un trasfondo de autocrítica o es sólo la exposición graciosa e irónica de una crítica recurrente al Espiral. El texto en alemán fue MARAVILLOSO, pues a pesar de no entender el idioma, podía vincularme con la infancia y la importancia de Patricio en la vida del bailarín que habló.
Un tema que me he planteado en otras obras de Carola, es que siento que no soluciona muy bien el factor tiempo en partes irrelevantes o las simples transiciones. Ésto puede llevar a perder la jerarquía de las ideas, pues creo que al sintetizar asuntos menos relevantes es posible mirar mejor otros. Sin embargo, esta vez me parecieron mejor logrados los cortes y había un camino ancho por recorrer con flujo continuo.

Eso sí, debo manifestar mi incomodidad al escuchar el tema de Víctor Jara al final. En gran medida la incomodidad se debe a que, a pesar de no ser la típica coreografía del Espiral, creo que los intérpretes no supieron modificarse completamente a una nueva dirección, situando el trabajo en el mismo registro de energía e interpretación a los que estamos acostumbrados, perdiéndose la idea de DESATAR. Esto, a pesar de la intervencion del músico que modificó la voz del tema original. Debo reconocer sí que este comentario viene desde mi prejuicio de haber estudiado y de conocer las obras anteriores del Espiral y aclarar que no tengo nada contra Víctor Jara ni su música (sólo que me parece que se ha enquistado).

Para mí ver a la compañía Espiral es raro, porque de alguna manera (aunque algunos no me crean) me identifico, son mis orígenes. Me enternecen, me encariño, pero también sé que es donde no quise estar. Independientemente de eso, quisiera que decidieran si quieren ser una compañía de danza con creaciones nuevas o de repertorios. No creo que una idea sea mejor que otra, pero si quieren estar en lo nuevo deben decidirse a estar abiertos a nuevos lenguajes y propuestas, tomar clases con diferentes profesores y ampliar su registro, no sólo de movimiento, si no que también en el ámbito creativo. Pues si no, intentos como los de Carola, desde otro lugar, inevitablemente se tiñen de la lógica de "repertorio".

En la conversación después de la obra, Carola dijo que había intentado abordar en la obra los temas: cuerpo, memoria y amor. En mi parecer, estos temas fueron abordados solamente desde la nostalgia y es quizás ahí donde uno hace el vínculo con las antiguas obras de la compañía y no con los ojos de Patricio desbordando ganas de vivir.

¡Felicitaciones a las dos creadoras!

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