viernes, 12 de octubre de 2012

¿Qué es el tiempo real? Moda y reflexión en la danza

¿Qué es el tiempo real? Moda y reflexión en la danza
Ana Carvajal

Es curioso como en la escena nacional de repente irrumpen especies de modas, que se imponen olvidando el pasado que les da origen y que, por tanto, terminan utilizando fundamentos de otros para validar sus discursos. 
Actualmente existen dos festivales que han acuñado en sus nombres el concepto TIEMPO REAL, pero sin que el concepto en sí, tal como fue concebido, tenga real cabida.
Me refiero al “Ciclo de Creación en tiempo Real” del CNCA  y al “Festival CompActo Composición en tiempo Real”.  Se trata de dos iniciativas sin duda loables, interesantes y que han permitido la investigación por parte de muchos de los interesados en la convocatoria, entre ellos yo, que participaré en el primero con El Salón, obra creada junto a Bárbara Pinto. Pero, sin quitar el mérito de estas instancias, creo que vale la pena preguntarse por qué utilizaron el “tiempo real” como nombre, y más importante, qué hay detrás de ese concepto en estos festivales y cuán emparentado está con el concepto original.
Hace tres años, vino João Fiadeiro a Chile, quién es el creador del método “Composición en Tiempo Real”. Es un método muy complejo –lo pude comprobar porque fui parte del taller que impartió en la Universidad de Chile este importante coreógrafo portugués– pues proviene de un estudio acucioso sobre el cuerpo en escena, el que intenta generar un cuerpo libre y responsable, inhibiendo el actuar por impulso. Fiadeiro propone cuestionar la improvisación como sinónimo de algo instantáneo y espontáneo.  Discute que a través de esas vías se llegue a la libertad y autenticidad, y más bien propone que lo que nos hace libres es la capacidad de elegir y tomar decisiones en escena, por sobre la necesidad de “dejarnos llevar”.
Entonces este método se construye a través de reglas que permiten ser guías para entrenar la capacidad de ser más objetivos en la creación, generando hipótesis que no sólo se resolverán a través de nuestra acción, sino, más bien, en la espera, para así saber si la situación necesita del intérprete o necesita de otra ayuda. Todas estas reglas distan bastante de la improvisación que conocimos en nuestras escuelas e incluso dista mucho de la sesentera improvisación de contacto, que tanto revolucionó a la danza.
¿Esos dos festivales están tomando en cuenta este pensamiento elaborado de João Fiadeiro? Si bien creo que el concepto “suena” a propósito de su visita, me temo que no está presente en sus fundamentos. La convocatoria del Consejo de la Cultura buscaba: “instaurar una instancia que acoja propuestas creativas a partir de los principios en los que se basa la creación instantánea, en términos generales, traducción de impresiones en movimiento o acciones en un espacio dado a partir de consignas propuestas por el creador a sus intérpretes o por el intérprete creador, según sean los modos que cada agrupación o creador considere”. Al mismo tiempo, CompActo Festival, convocó a “desarrollar en escena una obra que se crea frente al público en el instante mismo de su presentación,  para este efecto tomaremos en cuenta  el uso de la improvisación como herramienta fundamental de creación, composición y desarrollo  de  la  propuesta  escénica,  así  como  el  cuerpo  como  núcleo  de  la propuesta, sin excluir por esto a quienes trabajan con otras disciplinas artísticas”.
Las dos ideas están más cercanas a la improvisación, que a la composición, y aún más lejanas a la idea de composición en tiempo real desarrollada por Fiadeiro. ¿Es acaso el nombre el que hace más atractiva una propuesta? O es más interesante cuando nos hacemos cargo de la historia de la danza que se escribe todo el tiempo, con todas sus complejidades.
Todos los que asistimos al taller de Fiadeiro, no tengo dudas, hubiésemos querido tener continuidad en el tiempo para desarrollar lo que aprendimos  en esa instancia, y de repente, en esa orfandad aparece el TIEMPO REAL como un concepto de moda y, de muchas maneras, mal utilizado o tergiversado. Por eso, el llamado es a abogar por una escena que vaya siendo cada vez más profesional y compleja, y para eso es fundamental tener memoria y respetar los referentes.
Creo que este desentendido expresa también una falta de reflexión preocupante sobre los conceptos que se arrojan al habla de la danza, sin que detrás haya más investigación. 
Preguntándome acerca de lo “real”, recordé una lectura de “La dificultad de ver lo obvio” de Moshe Feldenkrais, donde hay otro acercamiento al concepto, el que me pareció muy acertado. Feldenkrais toma la definición del diccionario Oxford, donde “real” es lo que existe efectivamente como objeto o lo que ocurre de hecho, para luego preguntarse si la imaginación es un hecho o una realidad o sólo es un hecho imaginario de la existencia. Feldenkrais plantea que la realidad objetiva es sólo una parte de la realidad subjetiva, lo que se confirma con la estructura de nuestro sistema nervioso. Percibimos la realidad a través de nuestros sentidos, de esta manera existen neuronas que nos informan acerca del ambiente exterior, lo que, sin pensarlo mucho, identificamos con la realidad, pero existe una realidad inmensa y abrumadora fuera del entorno que sólo en nuestros mejores momentos podemos vislumbrar. Entonces ¿son acaso sólo “reales” las acciones o movimientos concretos que podemos establecer en una improvisación relacionándonos a los objetos y los otros?
Octubre de 2012

Texto para la revista O Danza, dirigida por Alejandra Walker y editada por Marietta Santi. 

viernes, 4 de mayo de 2012

Moverse para recordar (ex cárcel de Valparaíso)

por Ana Carvajal

Cuando me invitaron a hacer una intervención en la ex cárcel con motivo del Día de la Danza, no pude si no recordar mi vínculo con ése lugar que conocí antes de su remodelación en Parque Cultural de Valparaíso. Fui a la ex cárcel muchas veces, “El Papito” (ex reo que durante mucho tiempo trabajó en la ex cárcel) me hizo un tour atroz por los calabozos contándome historias espeluznantes de sus días en el encierro.
Es un lugar que los porteños lograron transformar en un centro cultural con grandes esfuerzos de muchos, pero que sin duda cuenta una historia inolvidable en sus paredes. No estoy en contra de que hoy se haya transformado en un centro moderno y pulcro para las artes, si no que creo que no se puede olvidar lo que ese espacio fue, porque la memoria es lo que nos mantiene enraizados y vinculados. Creo que a pesar de que dejaron algunas partes estructurales de la cárcel, para recordarnos lo que fue, debiese existir un memorial con fotos y explicaciones para quiénes se enfrentan a este espacio por primera vez.
Los coreógrafos invitados hicimos una visita al parque cultural para poder elegir el lugar donde cada uno haría su intervención. Lo que me sorprendió de esta visita es que guiados por el director del Parque Cultural de Valparaíso, Justo Pastor Mellado, se nos hizo una especie de tour por Valparaíso que finalizaba recorriendo el nuevo centro. Creo difícil que ninguno de nosotros conociera Valparaíso, y de haber sido así, creo que un santiaguino por muy culto que sea no es el indicado para hacer este tour. Pero lo que más me dolió fue que no se hiciera referencia alguna a la cárcel, salvo uno que otro comentario que no situaba en absoluto lo demoledor que fue este lugar. Recordé a Papito y su tour, recordé a mis amigos de La Peste que tanto han trabajado por el teatro en Valparaíso, recordé a la ex Escuela La Matriz donde trabajé tanto tiempo. Y esto no me calzaba por ninguna parte.
Lo he dicho bastantes veces “me cargan los días de…”­­ desde el día de la mujer hasta el día de la danza, pasando por el de la madre, el del padre, el del niño etc… y especialmente con el día de la danza tengo un sentimiento desagradable porque normalmente se festeja pidiendo extractos de obras para poder mostrar varias cosas y ninguna al mismo tiempo, pero esto me pareció una buena idea, más allá del día de la danza, pues me interesaba trabajar en este lugar.
Decidí entonces trabajar con Katty López, actriz, a quién conocí en aquellos años en que trabajábamos en la  Escuela de Teatro la Matriz, integrante del Teatro La Peste y que recientemente pude convocar a “Creo Falso” como intérprete, haciendo el gesto de que este espacio es mucho más de los porteños que de los santiaguinos. Busqué un lugar donde aún quedara el espacio de la cárcel intacto. Escogí entonces el corredor desde donde vigilaban los gendarmes, que curiosamente es donde hay una vista de Valparaíso envidiable. El corredor esta en el muro que dividía la cárcel de la sociedad, sin embargo al estar en pleno cerro cárcel, los presos podían ver sus casas desde las celdas y a veces incluso hablar con sus familiares. Por lo tanto, los gendarmes, además de poder vigilar la cárcel, podían vigilar el cerro entero.
¿Cómo se mueve un preso?, caminatas lineales, tratando de ejercitar los músculos atrofiados de hacer nada, engañando al cuerpo, haciéndolo creer que se está recorriendo un largo trecho. Gestos y señales que terminan siendo códigos de un vocabulario interno. El ocio que termina convocándolos a jugar, leer pelear, escribir, matar el tiempo.
La pelea
La violencia de estar privado de libertad y las condiciones de este encierro generan cuerpos violentos y fuertes. Existe una manera de pelear en la cárcel a través de estocadas, las armas las confeccionan ellos mismos con materiales de sus camas o lo que encuentren punzante, y así se enfrentan. Me pareció que en una pelea se resumían muchos tópicos que me resonaban al recorrer la ex cárcel y que ahora renovada me resultaba necesario recordar, no como homenaje, sino que no puedo olvidar este espacio como lo conocí. Detesto la amnesia y sin afán de querer que ese espacio siga siendo lo que fue, creo que para valorarlo hay que recordar todos los esfuerzos que se hicieron antes y todo el sufrimiento que pasó por ahí, pues no por pintar encima se olvida, además que la cárcel simplemente cambió de lugar, a uno más amplio, pero aún siguen las mismas prácticas. Cómo olvidar lo que ocurrió hace tan poco en San Miguel. Entonces me pregunto cómo una sociedad aún sigue pensando que ésta es la manera de terminar con la violencia y delincuencia, y lo que es aún más doloroso, por qué creemos que este cáncer debe estar lejos de nosotros, apiñando gente en un lugar inhóspito e ineludiblemente incapaz de reformar a nadie.
Creo haber identificado en esta convocatoria algo así como dos generaciones, quizás tres. Compartí este espacio con muchos de mis profesores y compañeros, un encuentro generacional nada fácil, todos siendo parte de una historia de la danza chilena que se sigue forjando y aunque pueda haber sido un poco desordenado el accionar de la intervención, me parece que fue un esfuerzo por mantener el espíritu del día de la danza.

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